Cuando comenzamos a trabajar, tardábamos dos horas en enviar por fax una nota de prensa. Ahora, apretamos un botón y lo hacemos en menos de diez minutos gracias a la tecnología. ¿Gracias a eso trabajamos menos horas al día? No. Al contrario.
Cada vez que un político o empresario abre el pico es para decir que hay que mejorar nuestra competitividad aumentando la productividad y practicando la contención salarial. Es decir: trabaja más (no hay más que ver el alargamiento de la jornada partida) para producir más por igual o menor precio.
En esas condiciones, ¿quién tiene tiempo y dinero para consumir lo que producimos de más? ¿A dónde van esos excedentes? A nosotros no nos salen las cuentas. Es más, creemos que el sistema capitalista neoliberal va a petar cualquier década de éstas, y eso, lamentablemente, lo verán nuestros ojitos.
Los atenienses se pasaban el día filosofando y vagueando porque tenían esclavos. Hoy más de media humanidad se muere de hambre y los demás vivimos amargados trabajando en cosas que no nos aportan nada. No veo el avance por ninguna parte.
Tenemos más medios que nunca en la historia para desarrollarnos, para trabajar menos horas, para leer, para aprender, para viajar, para hacer el vago durante horas, y nos hemos montado un sistema masoquista en el que no tenemos tiempo para nosotros mismos.
Estamos hartos del materialismo rancio de hace un siglo que todavía hoy nos quieren hacer ver como algo natural, como un antiguo régimen que es así porque tiene que ser así.
Es increíble que a estas alturas de la película derechas e izquierdas sigan viendo todo en clave de trabajo, como si no hubiera nada más en la vida. Vaya una alternativa. La alternativa real es: ser factores de producción o ser personas. Todas las demás discusiones son marear la perdiz.
La vida es sencilla y el dinero la complica.
martes
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