¿A quién quieren engañar con que para ser ecológico hay que reciclar, es decir, volver a fabricar? ¿No sería mejor reutilizar? ¿O lo hacen para que la calidad de continente y contenido guarde una cierta coherencia? Antes vidrio y producto natural; ahora plástico y neologismos.
En los últimos años, los iglúes que han desaparecido en el Polo Norte ante el avance civilizador se han reconvertido a la vida urbanita. Cúpulas engañosamente verdes acumulan pedacitos de vidrio junto a contenedores de, y para, plástico, y otros cuyo contenido no se sabe muy bien si sirve para algo. La renta per cápita crece en progresión aritmética; la basura, en progresión geométrica.
Y ello es porque la comodidad resulta una pendiente difícil de remontar. Antes lavábamos los frascos de yogur y en la tienda nos devolvían unas pesetas por el casco; ahora nos hemos convencido de que con enviarlos al contenedor amarillo somos buenos ciudadanos del mundo. Así que, en vez de utilizar cien veces un mismo producto, fabricamos cien productos nuevos. Todo sea por la higiene de estrenar, aunque se logre a costa de contaminar fabricando.
No al reciclaje sistemático. Sí al reciclaje necesario. Reutilicemos, y sólo cuando ya no sea posible, reciclemos.
La vida es sencilla y el dinero la complica.
martes
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