El mundo del juguete es un mundo estresante y culpabilizador. Los pobres padres que ejercen de pajes de Sus Majestades están aprisionados de un lado por la Visa menguante y de otro por los educadores y el Ministerio, que les atormentan con lo que deben y no deben comprar a sus retoños. A pesar tanto esfuerzo bienintencionado, las cifras (www.aefj.es) muestran que la única categoría que cae es la de juegos educativos y científicos.
Como todos los años, resurge el eslogan de que los juguetes no tienen sexo y las profesiones tampoco. Pero el caso es que los juguetes de niñas continúan siendo de niñas y los niños los rechazan, mientras que los de niños se han hecho más neutros y atraen a ambos sexos. Es un proceso inversamente proporcional al del lenguaje, en el que el masculino plural ha pasado de abarcar masculinos y femeninos a incluir sólo masculinos. Pero en lo que respecta al juguete, la situación es comprensible. Los juegos de niñas realmente son como una Formación Profesional en miniatura: cacharritos, bebés de plástico, cocinitas, talleres de moda y confección, cabezas de peluquería y afines. Y bastante estrés tienen las chicas de hoy en día con el colegio, el comedor, el inglés, el ballet, el solfeo y los deberes como para ponerse después a guisar, cambiar pañales, planchar ropita o maquillar a la muñeca. Tanto criticar el modelo de superwoman y resulta que desde pequeñitas se las ha educado para que lo sean (por no hablar de las "revistas femeninas" que leerán de mayores...).
Dirán que los niños también se dedican a la construcción con el Lego, capturan a maleantes y conducen vehículos en miniatura de Fórmula 1, pero no sé, no es lo mismo. Los juguetes de chicos representan profesiones cualificadas y valoradas socialmente o modos de ganar mucho dinero y vivir emociones. Y coser los vestiditos de la muñeca no es ni una cosa ni otra. Yo, desde luego, si fuera niño no me ponía ni loco a preparar comiditas al Nenuco después de terminar los deberes. Y si fuera niña, preferiría que los Reyes me trajeran una nave espacial a un supermercado de plástico.
Menudo agobio.
La vida es sencilla y el dinero la complica.
jueves
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1 comentario:
Los que hemos crecido con los juguetes de color rosa o azul, estamos acostumbrados a ver esa diferencia en las estanterías de las tiendas. Diferencia que la 'sociedad' (ese ente que lo absorbe y reabsorbe todo) quiere que se mantenga, por mucho que el ministerio se empeñe en lo contrario.
Por eso, siguen existiendo juguetes para chicos y para chicas. Y siguen siendo más atractivos los coches teledirigidos de Formula 1 que el supermercado de naranjas y plátanos de plástico.
Creo que no deberían existir juguetes cuya diversión sea planchar, fregar, coser o limpliar la caquita al bebé. ¿Desde cuándo eso es una diversión? En fin. Y si todavía persisten en su idea de que eso es un juguete, pues tal vez deberían probar a colorear la fregona, la plancha y los pañales a escala de otro color que no sea el rosa o el amarillo pálido; por ejemplo, azul marino, verde oscuro (tipo camuflaje) o rojo chillón... Aunque como todo en la vida, el quid de la cuestión está en la educación.
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