Deberíamos aprender algunas cosas de los monjes budistas, y no sólo de su paciencia. No sería una mala idea poner todos los medios para tener, por lo menos, un tercio (por poner alguna cifra) de su capacidad de atención. Un reciente estudio, llevado a cabo por una universidad australiana apunta que la meditación de los monjes budistas permite, efectivamente, centrar la mente –-algo que todos, más o menos, barruntábamos, pero para lo que no teníamos pruebas empíricas... hasta ahora—.
Resulta que un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland, en Santa Lucía, Australia, ha analizado, según nos cuenta en un artículo la revista Nature, ni más ni menos, que a 76, sí, sí, 76, monjes budistas tibetanos a los que han sacado de su meditación para ponerles a meditar, y ha cuantificado su grado de concentración. Los avezados monjes budistas, sometidos a tests visuales, fueron capaces de ir sorteando las trampas que se habían ido urdiendo especialmente para sus mentes, y consiguieron huir de la confusión.
El experimento: A cada monje le enseñaban, al mismo tiempo, según cuenta Nature, dos imágenes “conflictivas” (entendemos aquí conflictivas por confusas, antitéticas, o antagónicas) de tal forma que cada imagen quedaba a la altura de un ojo. En teoría, el cerebro de cualquier persona a la que le hagan eso manda la orden a sus ojos de concentrar, cada pocos segundos, la mirada –vamos, los dos ojitos— en una única imagen. Primero una, y luego, otra. Después de eso, cualquiera de nosotros se marea y es incapaz de decir qué es lo que ha visto (sobre todo habida cuenta de las imágenes que les pusieron a los monjes, que se pueden ver en el artículo de la revista). Es lo que pasa cuando vemos programas como Crónicas Marcianas, Salsa Rosa...
Ahora bien, si eres un monje budista sí que eres capaz de hacerlo. Es lo que se llama meditación-centrada-en-un-punto. El artículo no tiene desperdicio.
La vida es sencilla y el dinero la complica.
viernes
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